En el primer cuarto del siglo XXI, la capacidad de producir, procesar y distribuir datos ha crecido exponencialmente, impulsada por las tecnologías de la computación y la comunicación digital. En este contexto, la IA, un conjunto de disciplinas nacidas junto con la computación electrónica a mediados del siglo XX, ha alcanzado un notable desarrollo. Aunque la IA no es una idea nueva, su impacto actual a partir de la aplicación de las IAs Generativas, es más amplio que nunca, afectando diversos ámbitos de la sociedad y la cultura.

Las IAs se pueden definir como sistemas diseñados para realizar tareas que, si las ejecutara un humano, requerirían de la percepción y el conocimiento generalmente vinculados a la inteligencia. Estos sistemas interactúan con su entorno físico y digital, procesan datos y adaptan su comportamiento en función de los resultados obtenidos. Tecnologías como el aprendizaje automático y las redes neuronales artificiales son ejemplos destacados de IAs, con aplicaciones que abarcan desde la industria pesada hasta el arte, la salud y la educación.

El impacto de las IAs ha sido comparado con revoluciones tecnológicas previas como la revolución industrial. Sin embargo, su crecimiento rápido y transversal exige un enfoque diferente. Las IAs han demostrado ser una poderosa herramienta colaborativa que amplifica las capacidades humanas, aunque es fundamental supervisar su uso para garantizar procesos justos y transparentes.

La creciente demanda de IAs ofrece enormes oportunidades para el desarrollo de capacidades en la economía del conocimiento. Es crucial fomentar núcleos locales de investigación y empleo en este campo, pero dada la competencia global, debemos actuar rápidamente para desarrollar talento y condiciones adecuadas.

Las IAs también tendrán un impacto significativo en el empleo. Sectores enteros verán transformados sus procesos y es necesario anticiparse con planes de reconversión laboral. Asimismo, la aceleración del cambio tecnológico requiere una reestructuración educativa para asegurar que los futuros profesionales cuenten con habilidades pertinentes.

Para que las IAs operen de manera segura y responsable, es necesario desarrollar marcos normativos que equilibren la innovación con la protección social. Expertos en IA pueden colaborar con legisladores y reguladores para crear reglas que garanticen la transparencia, trazabilidad y equidad en los sistemas de IA, evitando resultados no deseados. Es fundamental que estas regulaciones sean flexibles, adaptándose al rápido avance tecnológico, y que promuevan el desarrollo de tecnología local, protegiendo a la vez los intereses de los usuarios y la sociedad.

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