Karl Popper sostiene que toda ciencia comienza con problemas filosóficos y termina con problemas filosóficos. Dentro de las Ciencias de la Computación, aquellas disciplinas agrupadas bajo la denominación de “inteligencia artificial” (IA) no parecen ser una excepción. Basta analizar los escritos seminales de los fundadores y los desarrollos de los pioneros en la materia para ver que sus inquietudes originales son del orden filosófico y epistemológico. En segunda instancia, el planteo de problemas derivados junto a la búsqueda de respuestas científicas va estableciendo, más o menos orgánicamente, algunas teorías sustantivas de las IAs. Este marco teórico algo fragmentario –y aún falto de algunos acuerdos generales– constituye, junto a las teorías operativas en evolución, el andamiaje técnico que sostiene a las IAs como objetos formales y artefactos tecnológicos.

En en las tempranas décadas de la IA –de los años 70 al 90– buena parte de la comunidad de investigadores rompió con la hermenéutica precedente y juzgó a las reflexiones sobre IA desde campos filosóficos como intromisiones no deseadas. Con el tiempo esto se ha suavizado favoreciendo un intercambio crítico provechoso. Sin embargo, este espacio de diálogo cuenta con tres grandes adversarios. En primer lugar, la sistemática invasión epistémica de muchos desarrolladores que tratan hipótesis como conclusiones al tiempo que producen extrapolaciones entre áreas del conocimiento con bases y métodos no intercambiables. En segundo, la simplificación del discurso de divulgación y futurología que instala narrativas de extremo optimismo y pesimismo apocalíptico por igual. En último término, las fuerzas en tensión entre los actores del sistema: industria, academia, instituciones y gobierno; donde se compite por fondos y mercado mientras se discuten aspectos éticos y regulatorios.

Actualmente, puede considerarse a la Filosofía de la Inteligencia Artificial (PhilofAI) como una especialización interdisciplinar de la Filosofía de la Ciencia en relación directa con los fundamentos de las Ciencias Naturales y Cognitivas. PhilofAI aborda cuestiones centrales a la definición, límites e implicancias del conjunto de técnicas de las Ciencias de la Computación que emulan resultados de operaciones que en humanos se denominan percepción y conocimiento, las que a su vez suelen asociarse con la inteligencia. La Filosofía de la Inteligencia Artificial propone la formulación precisa de las preguntas que emergen de la invención de la IA: si es posible que las máquinas piensen, que aprendan o que posean conciencia. Asimismo, busca darles la mejor respuesta articulada en términos acordes a la ciencia actual y la filosofía. En este sentido, es oportuno aplicar la definición de Gastón Bachelard que justifica claramente el objeto propio de la Filosofía de la IA: ”la ciencia siempre está precedida por un obstáculo epistemológico que solo el pensamiento filosófico puede superar”. En su abordaje teórico y su práctica diaria, la IA utiliza términos e ideas que proceden de otros campos científicos y dependen de conceptos filosóficos que, en muchos casos, siguen en revisión, como por ejemplo: inteligencia y conciencia lo a relación entre el lenguaje y el pensamiento.

Si se compara las Ciencias de la Computación en general con otras ciencias cognitivas o naturales, estas últimas le llevan varios siglos de ventaja. En particular, los jóvenes años de la IA que aún están lejos de llegar a las tres cifras demuestran que, más allá de la evolución y cambios en paradigma –lógico o probabilístico–, en metodología –algorítmica o neuronal– y en cómputo – binario o cuántico–, mucho le falta para considerarse madura. Con relación a esta corto tiempo de vida, sí hay una perspectiva de larga historia precedente que interesa a una investigación filosófica sobre la IA: el aspiracional humano de construir –o (sub)crear– un ser inteligente, un “otro” racional a su imagen o incluso superadora de la misma. Si bien puede que desde un aspecto narrativo este subtema roce el registro mítico, en nada lo invalida como exploración de los orígenes intencionales, de las motivaciones de precursores históricos y actores actuales y un análisis profundo de qué busca y cómo se relaciona el ser humano con ciertos artefactos de su construcción.

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